SENCILLAMENTE, COMPARTIR...

Cuando son experiencias personales y en solitario, las que se quieren compartir, se presentan algunos dilemas dignos de ser aclarados antes que álguien se avance y se equivoque, con buena o mala conciéncia. Eso sucede, como digo, cuando son experiencias personales en solitario, es decir, sin más testimonios, que las vivencias de uno mismo. En ese terreno -como en todos los de la vida-, he de confesar que detesto la mentira y abogo siempre por la sinceridad; por otro lado, no escribo ciencia ficción, y si comparto las vivencias que me son dadas o que puedo alcanzar, es por ser fiel a estos anhelos solidarios, humanos y para mi, además, esencialmente espirituales, que existen en el fondo de todo ser humano, que son para crecer y, valga la reiteración, para compartirlos mutuamente. Nada más me mueve al decir lo que siento cuando escribo, ya sea un relato, una experiencia personal, un poema, una música o una fotografía.

El pasado 31 de Enero, ya de noche, me encontraba en "mi" solitario sitio de otra veces, contemplando, incansable, el macizo de MONTSERRAT, con tantos matices, que nunca se ve igual. Desde las siluetas recortadas a lo largo de toda la sierra, que ofrecen rostros y fisonomías de todo tipo: yo he localizado, desde un ángulo preciso, el rostro de Richard Wagner, con su típica boina o la faz de un sacerdote Maya, con su boca abierta, en el acto de vocalizar un "mantram de sabiduría", o un guardian egipcio, o la réplica del Chaac Mool, la famosa escultura Maya, e infinitas cosas más de la rica y antigua cultura esotérica y popular. La mole oscura y majestuosa de la Montaña Sagrada, emergiendo por encima del paisaje y perfilándose en la luz estelar: Donde LOS DE ARRIBA -como les llamamos-, manifiestan sus trazos multicolores, el sitio mágico impactante, polo de atracción de tantas personas, donde se produce el Contacto Mental Visual, que como es sabido, todo el mundo puede comprobar en la "Explanada de los Onces" mes tras mes en nutridos grupos.

Estaba, como digo, contemplando junto con mis pensamientos y preocupaciones, aquél panorama de éxtasis, haciéndome preguntas, preguntándoles a ELLOS, sin respuesta. También hacia pausas intentando no pensar y acallar la ruidosa mente. Y, finalmente, volviendo a pensar que nada veria aquella noche. Cuando, de repente, a mi derecha y sobre mi cabeza veo una "estrella" muy luminosa, un "planeta", deduje. Pero ¡no! Se estaba moviendo de Sudoeste a Noroeste. Se fue acercando a mi vertical, pero a medida que lo hacia pude ver que no era un sólo punto luminoso, sinó cuatro enormes luces pegadas entre si. En conjunto era bastante grande y compacto, y la luminosidad que desprendia, completamente blanca, era extraordinaria. Se desplazaba muy lentamente, lo cual hizo que lo pudiera contemplar muy bien (con la emoción no me acordé de la camara digital que tenia en el coche: ¡lo que són las cosas!). Cuando se hubo apartado de mi unos cincuenta metros, más o menos, siempre lentísimo, no sentí ningún ruido (como ocurre siempre con los aviones cuando acaban de pasar), ni antes, ni durante, ni después, no se escuchó absolutamente nada que no fuera mi propia respiración. Ya entrado el objeto en la vertical boscosa del lugar, apagó sus luces en dos fases rápidas: 1- El gran resplandor bajó su intensidad quedando reducido a una mínima expresión, y 2- Se apagó totalmente. La noche era espléndida y clara, de manera que yo contaba disfrutar mucho más rato de aquél formidable avistamiento en su fase de alejamiento. Pero no fue así, apagó sus luces, al menos para mi, y desapareció por completo su visión. Este útimo, fue para mi un factor impresionante.

Mi humana deducción es que realmente ELLOS hicieron una pasada muy lenta con la intención de dejarse ver y confirmar una vez más, que saben muy bien lo que passa por nuestras mentes. Mi estado fue el de una intensa alegria y como en alguna otra inolvidable ocasión, les estuve agradecido.

Saludos, amigos

Manuel Luis Tatjé